jueves, marzo 01, 2007

De elefantes y pulgas

No hace mucho Julen me recomendó que leyera las obras de Charles Handy. Yo, que tengo entre mis virtudes aceptar los consejos de personas más inteligentes que yo, me compré inmediatamente los libros, aunque lamentablemente no he tenido todavía tiempo de ponerme a ellos.
Sin embargo hoy Joan Gou presenta en su blog el prólogo de uno de ellos, El Elefante y la Pulga, escrito por Alfonso Duran-Pich, y yá este prólogo es ciertamente inspirador.
Sobre todo porque hace pensar, que creo es la razón última de los libros. Y, por deformación profesional, mi pensamiento deriva hacia el negocio hotelero.
Hay un par de párrafos muy interesantes. Por ejemplo:
"La historia del elefante y la pulga es una historia que nuestro autor gusta de repetir. Es la historia de las grandes organizaciones que por procesos de adquisición y fusión se hacen cada vez mayores y las de millones de las micro empresas que operan a su alrededor y que en la batalla diaria por la supervivencia van ocupando espacios cada vez mas críticos.
Es la historia de la potencia frente a la flexibilidad. Pero también es la historia del disciplinado barroquismo de los grandes frente a la heterodoxia de los pequeños. De la burocracia de los sistemas donde todo esta pautado y la espontaneidad del cara a cara."
Y claro, uno que sobre todo es heterodoxo, piensa, ¿no podrían las grandes cadenas hoteleras actuar así?. Es decir, que las unidades de negocio, los hoteles, actuen como pulgas, con flexibilidad, adaptándose rápidamente a los gustos de sus clientes, siendo espontaneos, buscando nichos de negocio a los que no llega una macroempresa. Es decir, siendo independientes dentro de una cadena que, eso sí, marca la cultura de empresa, las grandes lineas maestras escritas en trazos gruesos.
Estoy seguro que algunas cadenas hoteleras ya lo hacen en cierto modo, pero yo me refiero a una mayor profundización en el proceso, en una autonomía de gestión total donde los hoteles no son parte de un conglomerado empresarial, sino miembros de pleno derecho de un consejo de dirección en el que cada uno tiene voz. ¿Socialización de la gestión? tal vez ¿y por qué no? Se trata de encontrar los medios de aunar las ventajas del elefante con los de la pulga.
El otro párrafo interesante es el siguiente:
"Handy cree que la “sociedad de los empleados” ha desaparecido con el siglo XX. Tanto como sea posible, los hombres y mujeres del futuro serán sus propios empleadores y dejaran de vender su fuerza de trabajo por un salario pactado. Venderán trabajos hechos y cobraran por el resultado, no por las horas dedicadas a ellos."
¡Genial! Dejamos de ser empleados y somos ¡¡clientes internos!! Ya no es cuestión de buscar cuántas horas me puede trabajar, sino qué trabajo puede hacer. Qué puede aportar a la empresa. Ya no examino el trabajo mediante parámetros méramente económicos, sino que busco ir más allá y comprender qué aportaciones de valor puede incorporar el trabajador.
Sinceramente, no sé qué estamos haciendo dando vueltas una y otra vez a lo mismo sin ponernos manos a la obra.

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