¿Sociedad low cost?
Han aparecido este fin de semana, en La Razón (via Enrique Dans) y El Mundo, sendos artículos sobre el low cost. No resumiré los artículos puesto que están en los enlaces, sin embargo sí me ha quedado una extraña sensación despues de leerlos. Uno piensa, si nos atenemos a la intención que parece anidar en sus autores, que vivimos en una sociedad de gangas, en un entorno de permanente búsqueda de lo barato por lo barato, sin mirar más allá del precio. Podría parecer que de la noche a la mañana nos hemos vuelto avaros y vivimos en permanente crisis.
No creo que esto sea así. Veo la clave en una frase de la profesora Myrtha Casanova, "estamos ante el consumidor de perfil múltiple, es decir, aquel que puede coger un vuelo barato para ir a cenar al restaurante de Arzak, el que mezcla la ropa de Zara con la de Prada, una valiosa antigüedad con un mueble de Ikea". En efecto, somos complejos, y nuestros gustos y prioridades han cambiado. No elegimos sólo en base al precio, sino que, entre otras cosas gracias a internet, sopesamos nuestras elecciones en virtud de varios factores. Porque tenemos la información, y sabemos utilizarla. Ya no necesitamos intermediarios para que nos aconsejen ir a Mallorca o elegir determinado hotel, somos nosotros los que tomamos la decisión, y hemos cambiado las prioridades.
Antes el sólo hecho de viajar era un acontecimiento en sí mismo, ahora no, el espacio y el tiempo se han tornado obstáculo que hay que salvar, y qué mejor que utilizar instrumentos baratos para ello. Ya no necesitamos grandes y cómodos aviones, sino autobuses con alas, puesto que de lo que se trata es de superar la distancia, sólo de eso.
En el destino también tenemos prioridades. Buscamos disfrutar el destino en su conjunto, buscamos la cultura que ofrece, o la naturaleza que enseña, o las playas que arropan. Buscamos nuestros propios restaurantes y minimizamos la estancia en el hotel. O bien pedimos al hotel que se adapte a nuestros deseos y sea capaz de hacernos vivir la experiencia que deseamos. No es low cost lo que buscamos, son experiencias.
No somos low cost porque seamos más pobres o más baratos, somos low cost porque hemos cambiado de prioridades, porque sabemos qué queremos y vamos a por ello, sin intermediarios ni rodeos.
Dice Daniel Córdoba, "en un mercado saturado de bienes y servicios, diferenciarse por el precio será cada vez más importante, especialmente en sectores muy maduros del mercado, como el turismo". No es cierto, o es una verdad a medias, diferenciarse sólo por el precio no lleva al nicho, al recorte constante de costes y al servicio barato (en la peor acepción del término). Diferenciarse sólo por el precio implica vivir en un permanente oceano rojo que nadie puede soportar durante mucho tiempo. Hemos de comprender que el cliente low cost no se siente peor a otro full cost, sino que busca la misma calidad y la misma atención.
Deberíamos entender que ellow cost no es un medio de vida, no es un fin, sino un instrumento para conseguir la vida que queremos.
2 comentarios:
Como bien comentas, los vuelos se han convertido en un obstaculo a salvar cuando sales de vacaciones. El turista quiere llegar a destino, disfrutar de él. El transporte se ha convertido en un incordio, y como tal, a nadie le gusta pagar por algo que no quiere. Si acaso pagaría por poder evitarlo.
Sí, Manuel, hemos cambiado de prioridades,y eso no es malo. Lo que es malo es no comprenderlo.
Publicar un comentario
Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]
<< Inicio