Seguridad física y seguridad moral
Esta semana ha saltado la noticia de la desatirculación de una importante banda albano-kosobar que operaba en toda España. La noticia tiene su importancia para el mundo turístico. Seguramente todos recordamos una especie de campaña que se produjo a nivel europeo hace cosa de un año resaltando la creciente inseguridad que se sufría sobre todo en la costa mediterranea española a causa de los constantes asaltos que había en diferentes urbanizaciones ocupadas principalmente por residentes extranjeros. Aunque en sí no era un problema para el turismo reglado, sí creaba una sensación de inseguridad muy peligrosa.
Recordemos la ecuación de valor:
Valor percibido (Prestaciones + Feeling)
Recordemos la ecuación de valor:
Valor percibido (Prestaciones + Feeling)
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Precio + Incomodidades + Inseguridades
La sensación de inseguridad forma parte fundamental de la ecuación y si su importancia es excesiva puede influir de modo determinante en en la sensacion de valor percibido por el visitante.
A esto hemos de añadir que España siempre se ha diferenciado de otros destinos emergentes (Marruecos, Turquia, Egipto...) por su seguridad, por garantizar un disfrute turístico ajeno a sobresaltos y por generar una sensación de tranquilidad que no se da en otros destinos.
No debemos olvidar que el producto principal es el destino, y la seguridad de disfrute ha de ser uno de sus atributos fundamentales.
No basta con tener seguridad, también es necesario sentirla.
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Por otro lado me ha llamado la atención una entrada del blog de mujer-pez. Es el siguiente:
Hace unos días hablaba de Marc D. Hauser y de su hipótesis sobre que la moral es un instinto parecido al del lenguaje. Permítame que reproduzca algunos fragmentos de su libro “Moral minds”:
“La gramática universal que subyace en el corazón de nuestra facultad para el lenguaje, y que es parte de nuestra dotación innata, nos proporciona el juego de herramientas para construir lenguajes específicos. Una vez hemos adquirido nuestro lenguaje nativo, hablamos y comprendemos lo que los otros dicen sin necesidad de razonarlo y sin acceso consciente a las reglas o principios que subyacen en él. Mi hipótesis es que nuestra facultad moral está equipada con una gramática moral universal, un juego de herramientas que permite construir sistemas morales específicos. Una vez hemos adquirido las normas morales particulares de nuestra cultura- un proceso que es más parecido a desarrollar un miembro que a sentarse en clase de catequesis y aprender sobre vicios y virtudes- juzgamos si determinadas acciones están permitidas, son obligatorias o están prohibidas sin un razonamiento consciente y sin un acceso explícito a sus reglas profundas.”
Por otro lado, hace el siguiente énfasis fundamental: “Nuestros instintos morales son inmunes a los mandamientos explícitamente articulados que nos inculcan los gobiernos o las religiones”.
Nuestra moral es social más que política o religiosa. Tratar de explicar comportamientos u opiniones morales a veces no tiene mucho sentido porque los asumimos sin juzgarlos por su interiorización previa.
La seguridad física es una sensación que surge de fuera adentro, es nuestro entorno el que nos manda los impulsos y mensajes que justifican esa seguridad. La seguridad moral surge de dentro afuera, es proactiva puesto que es el origen de una buena parte de nuestras acciones, transforma nuestro entorno.
Tal vez lo que nos diferencie de verdad de los animales no sea la inteligencia, sino la moral, el comportamiento ético y la construcción de una estructura moral en la que vivimos.
La sensación de inseguridad forma parte fundamental de la ecuación y si su importancia es excesiva puede influir de modo determinante en en la sensacion de valor percibido por el visitante.
A esto hemos de añadir que España siempre se ha diferenciado de otros destinos emergentes (Marruecos, Turquia, Egipto...) por su seguridad, por garantizar un disfrute turístico ajeno a sobresaltos y por generar una sensación de tranquilidad que no se da en otros destinos.
No debemos olvidar que el producto principal es el destino, y la seguridad de disfrute ha de ser uno de sus atributos fundamentales.
No basta con tener seguridad, también es necesario sentirla.
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Por otro lado me ha llamado la atención una entrada del blog de mujer-pez. Es el siguiente:
Hace unos días hablaba de Marc D. Hauser y de su hipótesis sobre que la moral es un instinto parecido al del lenguaje. Permítame que reproduzca algunos fragmentos de su libro “Moral minds”:
“La gramática universal que subyace en el corazón de nuestra facultad para el lenguaje, y que es parte de nuestra dotación innata, nos proporciona el juego de herramientas para construir lenguajes específicos. Una vez hemos adquirido nuestro lenguaje nativo, hablamos y comprendemos lo que los otros dicen sin necesidad de razonarlo y sin acceso consciente a las reglas o principios que subyacen en él. Mi hipótesis es que nuestra facultad moral está equipada con una gramática moral universal, un juego de herramientas que permite construir sistemas morales específicos. Una vez hemos adquirido las normas morales particulares de nuestra cultura- un proceso que es más parecido a desarrollar un miembro que a sentarse en clase de catequesis y aprender sobre vicios y virtudes- juzgamos si determinadas acciones están permitidas, son obligatorias o están prohibidas sin un razonamiento consciente y sin un acceso explícito a sus reglas profundas.”
Por otro lado, hace el siguiente énfasis fundamental: “Nuestros instintos morales son inmunes a los mandamientos explícitamente articulados que nos inculcan los gobiernos o las religiones”.
Nuestra moral es social más que política o religiosa. Tratar de explicar comportamientos u opiniones morales a veces no tiene mucho sentido porque los asumimos sin juzgarlos por su interiorización previa.
La seguridad física es una sensación que surge de fuera adentro, es nuestro entorno el que nos manda los impulsos y mensajes que justifican esa seguridad. La seguridad moral surge de dentro afuera, es proactiva puesto que es el origen de una buena parte de nuestras acciones, transforma nuestro entorno.
Tal vez lo que nos diferencie de verdad de los animales no sea la inteligencia, sino la moral, el comportamiento ético y la construcción de una estructura moral en la que vivimos.
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